sábado, 28 de marzo de 2015

Descubriendo la Evolución, sin Darwin (2). Guiados por la herencia.


Desde que la humanidad surgió en este planeta reconoce un fenómeno innegable. Si dos personas pertenecen a una raza, es imposible que den una descendencia de otra, al menos sin un poco de ayuda ;). Y la cosa se va más lejos aún, y es que la mayoría de las veces no solo tiene que tener el color de piel y pelo igual de los padres, ¡también tiene que parecerse a la familia! Que locura suponiendo que todos somos diferentes.

Para las personas dedicadas al pedigrí de los animales conocen muy bien esto. Si quieren tener, digamos un caballo de carreras de buena casta, lo más probable es que apuesten a encontrar este dentro de una descendencia de caballos que ya sean buenos corredores. No se arriesgan a tomar el primer caballo de carreta que encuentran en el mercado.

Esto se debe a que cada ser vivo –y hasta seres que no están vivos-, llevan dentro de sí información de cómo debe ser su cuerpo, y esta información la pasamos a nuestra descendencia. Hablamos de nuestros genes, estos dicen cómo vamos a crecer, que color vamos a tener, como vamos a correr, que tan fuertes podemos ser, etc. Claro, nuestra genética no es lo único que influye en estos aspectos de los seres vivos, el ambiente influye muchísimo, pero de eso hablaremos después.

Los genes no son más que una secuencia de moléculas a las que llamamos “bases”, unidas una detrás de la otra en formando otra molécula larguísima en forma de cadena doble llamada ADN. La forma en que está organizada la secuencia de las bases es lo que se traduce en nuestra genética, como si fueran palabras en una oración escrita. Estas secuencias de bases luego son pasadas por estructuras proteicas las cuales las dividiremos en dos, las que hacen que se “replique”, o sea, que se produzcan dos copias idénticas para que una de estas puedan pasar la nueva descendencia  y las que “traducen”, que se encargan de leer la información contenida en el ADN, específicamente la producción de aminoácidos y estos después en proteínas. La forma en que se produzcan estas proteínas es la manera en que el ADN controla nuestros cuerpos. Por ejemplo, bien podría estar el color de un caballo podría estar modificada de esta manera el ADN: ACGTGTGACGATGCAAGTGAGTGACAGTGTGACAAGTCGATCT. Por su puesto, este es solo un ejemplo ilustrativo.



Las células en nuestro cuerpo tienen el ADN en el nucléolo que les dice como comportarse. Algunos seres vivos que consisten de una sola célula (unicelulares) copian completamente su ADN y por un breve momento tienen dos copias de este. Luego una de las copias se separa formándose una nueva célula idéntica a la anterior. Acaba de hacer un clon de sí misma. Sin embargo, nosotros los seres vivos que superiores  tenemos la dicha de tener dos copias de nuestro ADN siempre, además de poder mezclarlo con otros individuos. Que suerte, que aburrido seria el mundo lleno de clones. Cuando hacemos el amor  acto reproductivo, las células que enviamos al aparato reproductor de nuestra pareja tienen solo una copia de nuestro ADN para unirlo con la otra copia que ha donado nuestra pareja. Después de mezclados, surge una célula con un ADN completo con dos copias, en camino a convertirse un nuevo ser.

Como habrán notado, a esta nueva criatura tener una copia de cada progenitor, no puede tener más información genética de otros individuos que no hayan participado en el acto. Las orgías no se valen. Por lo tanto, tienen razón cuando dicen que se tiene que parecer en algo a la familia.
Un momento, entonces si esta información es pasada de padres a hijos y estos a sus hijos en un proceso extendido casi hasta el infinito, ¿no contradeciría esto la evolución? Pues estamos diciendo que solo esta información es pasada de manera exacta a la descendencia y no puede ser diferente a la de los padres, por lo tanto no puede surgir información nueva. Bueno como todo en la vida, nada es perfecto y la reproducción no es la excepción.
¿Recuerdan lo de las copias, específicamente lo de la replicación? Pues resulta que esas copias de nuestro ADN, tanto en los unicelulares como en los pluricelulares, son casi idénticas, pero NO exactas. Suele aparecer una que otra alteración en la secuencia que provoca la alteración de la secuencia ligeramente, pero que no necesariamente puede manifestarse ligeramente en el individuo. Por ejemplo, todos estamos a un solo cambio de base en la secuencia de nuestro gen que codifica la hemoglobina, la principal proteína para transporte de oxigeno en la sangre, para padecer de anemia falciforme. Esto es lo que se conoce como una “mutación”. Aparecen totalmente al azar, pero ciertamente hay procesos que la pueden acelerar como la radiación ionizante o la reproducción excesiva, pues a mas copias mayor probabilidad de que aparezca una mutación.



Pero todas las mutaciones no son dañinas, algunas pueden pasar totalmente desapercibidas y otras pueden conceder cierta ventaja al individuo que la posea. En el ejemplo anterior, la anemia falciforme concede una ventaja al poseedor, es inmune a la temida malaria. Y como podrán haber adivinado estas mutaciones también van a ser heredadas a la descendencia, sumando también las mutaciones de sus antepasados. Entonces, nos enfrentamos a un panorama donde no solo la información genética es replicada indefinidamente, también lo hacen genes mutados, teniendo el poder con el tiempo suficiente de transformar radicalmente una especie.
Ante esta situación veríamos  un cambio acelerado y descontrolado de las especies. Sería difícil decir que es que, al cabo de unas decenas de generaciones con todas estas mutaciones cambiando rápidamente a las especies, sin embargo esto es ciencia y por lo tanto lo predicho tiene que corresponderse con lo observado y esto no es exactamente lo que observamos en la naturaleza.
¿Entonces por qué no se observa esto en la naturaleza? Se debe a un mecanismo que los criadores de pedigrí hacen consciente o inconscientemente de hace siglos, y que la naturaleza realiza de manera espontánea, seleccionando los mejores individuos para sus respectivas tareas. Este será el tema de la siguiente entrada,  como dice el viejo dicho, en la ley de la selva, el más fuerte sobrevive.

Esta es la segunda entrada de una serie que estoy publicando acerca de como pudo haber llegado a la conclusión la comunidad científica del origen de las  especies si Charles Darwin no la hubiese descubierto. Aquí la introducción el la entrada anterior,


miércoles, 18 de marzo de 2015

Descubriendo la Evolución, sin Darwin.






Hay que tener buena memoria para mentir, porque si se desea que las mentiras se sostengan por más tiempo, hay que memorizarlas bien para que lo que se diga más adelante concuerde con la mentira. Lo mismo pasa con las historias inventadas en las que al tratar de añadir detalles se hace una historia ficticia única, diferente a todas las demás. Esto le confiere varias características, una de ellas es que una persona no puede conocer la historia ficticia al menos que alguien se la haya contado o la haya leído en alguna parte –irónicamente un poco similar como los genes son trasmitidos de padres a hijos-. Por lo que una persona no puede “espontáneamente” saber la historia por fuentes externas que relaten la historia ficticia.

¿Y qué pasa con la verdad? Con las historias reales pasa lo inverso. Los que siempre dicen la verdad no necesitan recordar con detalle lo contado, porque no tienen que hacer que la siguiente historia coincida con la anterior, simplemente la describen y como esta inalterada consecuentemente coincidirá. Una cadena de verdades.

No importa que personas totalmente incomunicadas indaguen la realidad, siempre llegaran a la misma conclusión, o por lo menos a una muy parecida si lo hacen de manera correcta y honesta sin importar que tan complicada sea, sin embargo con la ficción es imposible que dos personas incomunicadas entre si lleguen a la misma conclusión o tengan elementos idénticos, porque su imaginación empezara a añadir detalles únicos de acuerdo al estatus social, historia personal y sentimientos del creador a la historia a medida que se vaya haciendo más complicada.
Como la ciencia se trata de indagar en la realidad esa es una de sus mayores características, es universal. La pueden ejercer desde Pekín en China hasta Quito en Ecuador, y si están observando el mismo fenómeno y lo hacen de manera correcta con las herramientas del escepticismo o el método científico, tendrán la misma conclusión.

¿Y no es la Evolución una teoría científica? ¿No debe cumplir con esta regla de tener que ser descubierta sin necesidad de que se contada?

Yo leí “El Origen de las Especies, por medio de la Selección Natural” mucho después de saber en lo que consistía la evolución. Pero también me pregunte, como hubiese sido descubierta la teoría de la evolución si Charles Darwin hubiese hecho caso omiso a su curiosidad y seguido su carrera como teólogo. Paradójicamente no hubiese tardado mucho, pues junto con Darwin habían otro científico más estructurando básicamente la misma teoría, sin necesariamente conocer entre ellos en lo que estaban trabajando. Precisamente al notar que Alfred Russel Wallace, un naturalista inglés, estaba siguiendo los caminos de las pruebas que lo guiaban a la evolución, Darwin se motivó a publicar su trabajo.

Pero yo voy más lejos aún, que tal si no se hubiese descubierto en el siglo XIX, ¿qué tal si no se hubiese mencionado el tema hasta pleno siglo XX con toda la tecnología y el conocimiento acerca de la herencia hasta entonces acumulado? Esta es la razón de esta serie de entradas que estaré publicando.

Tratare de explorar las bases de la evolución que hubiesen llevado de todas formas a la ciencia a darse cuenta de la forma en que surge la diversidad de la vida en la tierra, sin necesidad de citar a Darwin en ningún momento, solo con el conocimiento actual y escepticismo. Porque la verdad, puede trascender fronteras incluso de tiempo.



martes, 19 de noviembre de 2013

Ley vs. Teoría, ¿Cuál es la más acertada?


"Mira hijo, en realidad no sé. Dile a él que te explique."


Uno de los términos que más suele confundir a las personas en general es el concepto de “teoría”, debido a que aún piensan que teoría no es “ley” y por lo tanto sólo es una especie de adivinanza. Esto es cierto cuando le dices a tu vecino que tienes una teoría que puede explicar el por qué por más insecticida que eches, las cucarachas nunca se van permanentemente, pero no aplica para cuando se usa para referirse a términos científicos concretos. La razón es que lo que la mayoría de la gente entiende por teoría, es lo que en realidad la comunidad científica llama “hipótesis”, o sea, una especulación. Para llegar a teoría se necesita mucho más camino que recorrer.

Tal vez por lo que ustedes recuerden de su educación inicial pensarán que el orden del método científico es el siguiente:

Observación -> Hipótesis -> Experimentación -> Teoría -> Ley

El problema con esta secuencia es que asume que una teoría no es totalmente aprobada hasta que no se convierte en ley, lo que no es cierto pues teoría es el rango más alto que puede tener una afirmación científica, mientras que la ley puede ser perfectamente incluida en una teoría. Incluso, hay leyes que se han probado que no son del todo correctas y la comunidad científica las sigue llamando leyes. Un ejemplo de esto son las Leyes del Movimiento de Newton, las cuales la Teoría de la Relatividad de Einstein demuestra que éstas no eran exactas. ¿No hubiese sido lógico bajarles el rango a teorías otra vez?

Si una ley no es el rango más alto que puede alcanzar una afirmación científica, entonces ¿qué es una ley científica? Bueno como se puede encontrar en Wikipedia:


Ley científica es una proposición científica en la que se afirma una relación constante entre dos o más variables o factores, cada una(o) de la(o)s cuales representa (al menos parcial e indirectamente) una propiedad o medición de sistemas concretos. También se define como regla y norma constantes e invariables de las cosas, surgida de su causa primera o de sus cualidades y condiciones.

Una manera más sencilla de decirlo, sería que es lo que siempre ocurre cuando se dan ciertas condiciones. Un ejemplo muy informal,  sería decir que mientras más atractiva sea una persona, más posibilidades tendrá de conseguir pareja, y menos si es menos atractiva. Así de sencillo. Esa sería nuestra ley hipotética, ya que denomina un evento muy específico en que dos variables están íntimamente relacionadas y cómo interactúan entre ellas.

A las leyes siempre hablar de relaciones directas, usualmente se expresan de manera matemática. En nuestro ejemplo se expresaría diciendo que la posibilidad de conseguir pareja, representada por Sp; tiene una relación  constante, representado por k;  la belleza de la persona, representada por B; entonces nuestra ley sería:

B = k . Sp

Ya, eso es nuestra ley, nada más.  Un ejemplo científico real es la ley de la gravedad de Newton, o más formalmente “Ley de Gravitación Universal”, expresada:


Donde F es la fuerza ejercida por ambos cuerpos; G, la constante de gravitación universal; m, la masa de los cuerpos; y r, la distancia entre los cuerpos.

Noten que ni en la ley de la gravedad ni en nuestro ejemplo informal se explica el “porqué” del asunto, y es aquí donde entra al ring el concepto científico de teoría. Entonces, ¿qué es una teoría? Como también pueden encontrar fácilmente en Wikipedia, y en cualquier libro de texto básico acerca de la investigación en ciencias:


Una Teoría Científica es la suma de conclusiones que explican un fenómeno de la naturaleza que se han confirmado repetidas veces a través de experimentos y observaciones determinadas.

Siguiendo con nuestro ejemplo informal, algunos habrán tenido la inquietud de que en realidad hay muchísimas cosas más que influyen a la hora de conseguir pareja. Además de que nuestra rudimentaria ley no explica el porqué de que una persona más bonita tiene más posibilidades de conseguir pareja que alguien no tan agraciado. Entonces, el conjunto de los conocimientos que explican no sólo nuestra ley, sino todo lo concerniente lo que determina las posibilidades de conseguir pareja o no, a eso le podríamos llamar “Teoría del Ligue”. Y aquí se presenta nuestra principal dicotomía, pues se usa el término “teoría” para denominar al conjunto de conocimientos que explica un fenómeno, sin necesariamente tener las pruebas contundentes. Dicho de esta forma aún así sigue sonando mucho al concepto que tenían de teoría, pero recuerden que como a la que nos estamos refiriendo es a “teoría científica” es con aval científico, cada uno de sus componentes es sometido a prueba hasta el cansancio para asegurar de que se adapte lo más posible a lo que se observa en la realidad.

Con esto espero que haya quedado claro que “ley” no es mayor que teoría, y que en ciencia cuando se habla de teoría, no es acerca de una especulación, es acerca de una serie de afirmaciones demostradas que explican un determinado fenómeno. Ejemplo de esto es que se denomina “Teoría atómica” al conocimiento que tenemos acerca de que la materia está compuesta por átomos; “Teoría celular” al conjunto de conocimientos que asume que los seres vivos están compuestos por células; y “Teoría heliocéntrica” a los que explican que el sol es el centro de nuestro sistema solar. Pero imaginen a alguien entonces diciendo que los átomos, las células y que la tierra ronda alrededor del sol son puras teorías, sería bastante interesante ¿no? Bueno así es que suena la gente cada vez que dice que desacredita una explicación científica sólo  porque sea “teoría”.

domingo, 15 de septiembre de 2013

La analogía del relojero.

Cuando tratamos de explicar algo, solemos recurrir a la ayuda de una analogía. Por ejemplo, podemos decir que la comida es para los humanos, lo que  la gasolina es para los vehículos: si no se les suple con éstos, pues sencillamente tanto los automóviles como los humanos dejaremos de obtener nuestra energía y dejaremos de funcionar.

Las analogías son una herramienta muy útil cuando queremos enseñar o explicar algo, pero si queremos describirlo específicamente pues se vuelve un poco contraproducente, porque una analogía es la comparación de características similares de dos objetos o fenómenos y sacar conclusiones basadas en estas similitudes, pero no es una descripción exacta del fenómeno en sí.


Si no se domina bien un tema, el uso de analogías para aprenderlo pueden crear bastante confusión, por lo que es importante saber cuáles son los límites de esta comparación.
La razón principal de esta entrada es el uso incorrecto de una analogía bien famosa entre los creacionistas víctimas de la confusión (aunque puede que sean más bien víctimas de condicionamiento), la Analogía del Relojero, propuesta por primera vez por William Paley. Esta afirma:

“Si nos encontramos en reloj en un páramo [o en cualquier otro ambiente salvaje], es mucho más razonable suponer que alguien lo dejó ahí, y que éste fue creado por uno o varios fabricantes de relojes, y no por fuerzas naturales.”

Esta analogía hace una inducción de que al igual que el reloj, los seres vivos son entidades muy complejas, y por ende en algún momento en tuvo que haber un “creador” para poder concebir a éstos también, al igual que el reloj. Suena lógico, pero como ya se ha demostrado en la ciencia, lo “lógico” no siempre es lo correcto.

Ciertamente los seres vivos se comportan como máquinas: tienen partes funcionales y mecanismos complicados, por lo que la analogía no está mal. Incluso podemos inducir que al igual que un mecanismo artificialmente, si extraemos una parte funcionante de un ser vivo (un órgano), éste último dejará de funcionar adecuadamente, lo que sería una conclusión correcta. Este tipo de analogía es bastante común cuando se están formulando las hipótesis para dar cuerpo a los enunciados científicos. Pero el problema llega cuando se abusa de la información que se puede extraer de ellas, que es el caso del relojero.

Como dije anteriormente, se deben tener en cuenta los límites de estas comparaciones, recordando que una analogía NO SIGNIFICA QUE SEAN IDÉNTICOS, por lo tanto, hay que tener en cuenta que a pesar de que los seres vivos tienen aspectos en los que se comportan como máquinas, LOS SERES VIVOS NO SON MÁQUINAS (por lo menos inanimadas), y que a la vez, LAS MÁQUINAS NO SON SERES VIVOS.

Si los límites de la analogía del reloj no están claros, se podría decir que las máquinas suelen tener mucho metal en sus partes y por ende los seres vivos también; o que las máquinas no se pueden mojar y por ende los seres vivos tampoco. Ambas analogías parecerían correctas.

Pero lo que da el golpe de gracia final es la falta del principio que hace a una analogía correcta: sacar una inducción a partir de una característica específica, sin ésta última, la analogía es incorrecta.

Fijémonos que en la analogía del carro/combustible y comida/humanos compartíamos la característica de que ambos necesitamos X sustancia para generar energía y por ende éramos análogos en este aspecto. Cualquier otra comparación  o conclusión añadida requeriría otra característica compartida entre ambos ejemplos. Por ejemplo si quisiéramos decir que los seres humanos al igual que los carros algún día dejan de funcionar, pues es que ambos comparten la característica de que se deterioran con el tiempo y dejan de funcionar; pero al mismo tiempo no se puede sacar la conclusión de que al igual que los carros, nosotros podemos iluminar la calle de noche porque no compartimos la característica de tener dos lámparas al frente.

Teniendo esto en cuenta, la característica principal en lo que tiene que ver a su origen, que separa a los seres vivos de las máquinas, es que los primeros SE REPRODUCEN, y las máquinas no. Si ves a un ser vivo, inmediatamente piensas en que éste el algún momento tuvo que nacer (basado en la experiencia), no que fue fabricado en algún sitio por alguna persona. No importa lo que haga, un reloj, por más intimidad que le facilites, nunca se reproducirá, y es precisamente el nacimiento y concepción, la génesis de todos los seres vivos. Por lo que lo que “crea” a un ser vivo es la reproducción de sus ancestros inmediatos. Fuiste concebido cuando los gametos de tus padres se unieron –o sea cuando tus padres tuvieron sexo; utilicé esa expresión específica si alguien que lea esto haya sido concebido con inseminación artificial-  para crearte, no por piezas mediante la creatividad de alguien.

Pero no sólo queda ahí, si aún así aseguramos que hubo un creador, ese creador también es una unidad compleja, por lo que también debería que tener un creador; y así nos perdemos en una cadena infinita. Pero digamos que se sugiere que ese creador pudo haber aparecido espontáneamente, si aceptáramos esto, estaríamos admitiendo que una unidad compleja puede aparecer espontáneamente sin necesidad de un creador, y por lo tanto, no necesitándolo para existir.

 Claro, esta entrada solo abarca la analogía del relojero tratando de explicar el origen de los seres vivos, no el origen de la vida en sí. Esto trae como consecuencia de que no descarta objetivamente la posibilidad de que algún ente haya creado el primer organismo y éste se auto-reprodujera (como crear una máquina que de alguna manera se replique a sí misma), pero imposibilita el uso de esta analogía para descartar la teoría de la evolución, porque la característica principal que da la capacidad de evolucionar a los seres vivos radica precisamente la reproducción. Es más, toda cosa en el universo que se reproduzca tiende a evolucionar. Pero también refuta la divinidad de este “fabricante de relojes”, pues él mismo o tuvo que ser creado, o apareció espontáneamente, demostrando que las cosas complejas en el universo pueden aparecer sin necesidad de ser creadas.


Para terminar, tal vez la ciencia no tenga respuesta contundente acerca de cómo pudo haber surgido la vida en el universo, pero tratar de llenar ese vacío con una afirmación poco fiable porque al menos se dirá algo, es abismalmente incorrecto. 

martes, 13 de agosto de 2013

Invitado especial: Neil deGrasse Tyson

Una de las figuras más prominentes en la comunidad científica es el astrónomo Neil DeGrasse Tyson, que tal vez ustedes conozcan por el meme “Watch Out We have a Badass Over Here”. Tiene una extensa carrera y ha aportado como pocos a la divulgación científica actual dando conferencias, escribiendo libros, apareciendo en programas, etc. También será parte del relanzamiento para el año entrante de “COSMOS”, el famoso programa de televisión que incluía al mismísimo Carl Sagan.

Aquí nos deja esta meditación acerca de la importancia de la ciencia en nuestra era y el impacto que tendrá en el futuro:

“La ciencia no es una materia que tomas en la escuela. Es la vida. Estamos envueltos por ella, en ella, con ella. Y la cultura científica de alguien no debería ser nunca vista como una visión desechable de la mente de alguien – no en este, el siglo 21, donde los motores de la economía del mañana se derivarán de inversiones sabias e innovaciones en ciencia y tecnología.”


También les dejo un video subtitulado cuando le preguntaron en una entrevista que cual sería el hecho más asombroso, a lo que él respondió con una de las respuestas más inspiradoras que he escuchado.


PD: Doy gracias a la página de divulgación “I Fucking Love Science” por haber tenido acceso a la imagen a través de esta página y al canal m4rk89 de YouTube por facilitarnos el video subtitulado.

lunes, 12 de agosto de 2013

Si te lo apruebo a ti, tengo que aprobárselo a ellos.

Somos muy duros con las ideas que no nos caen bien, pero somos increíblemente flexibles con las que nos agradan, cuando en realidad deberíamos una posición neutra. La posición escéptica es precisamente tratar de que evaluarlas por igual. Algo parecido a usar "la misma vara".

Una vez leí que en la ciencia no existen ideas estúpidas, existen argumentos estúpidos. Y es que en la ciencia cuando haces una afirmación se pone mucho interés en la forma en que llegaste a esa conclusión (el silogismo lógico) porque si te la aprueban te estarían diciendo que esa forma que usaste para llegar a  tu conclusión es un método efectivo para evaluar la realidad. Me explico…

Imagina que vas a un comité científico a presentar tu afirmación, digamos que es beber té de –insertar hierba medicinal tradicional, esta vez usaremos tilo- cura la gripe, con la argumentación de que a ti te dio gripe, bebiste te de tilo todos los días y se te curo la gripe. Este silogismo se puede desglosar de la siguiente forma:

Tenías gripe +  Bebiste té de tilo todos los días à Te curaste  = Beber té de tilo te curó

Lo cual su silogismo lógico es este:

Tenías alguna enfermedad  + Hiciste x cosa  todos los díasà  Te curaste  =  X te curó

Si ese comité te aprueba esa afirmación con ese argumento tendría que dar como válida todas las afirmaciones que cumplan con ese silogismo. Si tenías gripe, bebiste agua de llave todos los días y se te quitó la gripe, pues tendríamos que aceptarte que el agua de llave te curó la gripe; si tenías gripe, salías al sol todos los días y te curaste, pues obvio, solearte te curó; etc.

Al comité científico aceptarte tu propuesta como cierta, estarían validando ese argumento como cierto. Y eso es lo que preocupa, porque en ciencia tu afirmación es algo secundario, lo importante es como llegaste a ella. Esto tiene profundas implicaciones porque el silogismo lógico es la forma en que producimos nuevos conocimientos, y si éstos están viciados, todo el conocimiento producido a partir de éste será viciado también.

Este es un concepto que las personas no suelen entender muy bien. Defienden sus ideas con un empeño brutal, pero si se les plantean ideas diferentes, pero que usan el mismo argumento, suelen rechazarlas de paso. Como personas que argumentan que algunas ideas son buenas porque hacen sentir bien a las personas –que coincidentemente es al grupo de personas que pertenecen-, pero cuando se les dicen ideas que hacen sentir bien a otras personas pero que son ideas contrarias a   las de ellos, no dudan en decir que no por eso hay que aceptárselas.

Pero en la ciencia esto se toma muy en cuenta y ha contribuido a formar el aparato de certificación científica utilizado para saber cuáles métodos o argumentos son correctos y adecuados a la hora de generar hipótesis o apoyar planteamientos científicos. Por eso nos ponemos tan celosos y escépticos cuando una idea es planteada y nos fijamos en todos los detalles y posibles faltas en esa argumentación, más que en el resultado de esa argumentación en sí.

Para terminar, si se les dicen que acepten una idea, fíjense muy bien en la argumentación de ella y sepan que si la aceptan como verdadera, deberán aceptar todas las demás ideas que tengan el mismo argumento apoyándola.


domingo, 17 de febrero de 2013

Comparto más del 90% de mis genes con los simios y ratones, pero sólo el 50% con mis padres y hermanos?

Chita acompañada del reparto de "Tarzán".

Cuando se trata de leer artículos científicos en blogs y revistas, algunos de sus creadores usan terminología complicada o referencias académicas fuera de lo común. Esto suele deberse a:
  • ·         tienen la idea de que quien le está leyendo el artículo tuvo una educación de secundaria buena, ya que usualmente sus artículos son consumidos mayoritariamente en países desarrollados o al menos con personas con un alto grado de preparación académica,
  • ·         suponen que si estás leyendo su artículo es porque estás interesado en esos temas y ya tienes cierta experiencia,
  • ·         para ahorrar tiempo, porque explicarte lo que a ti debieron enseñarte es algo bastante tedioso,
  • ·         y porque existe Google.

Por ejemplo, en esta entrada de una popular página de divulgación científica española, dice de las leyes de Kepler son esas “que aprendemos en el bachillerato”. Si yo les saltaba con “Kepler” a mis profesores de naturales o física me hubiesen mandado a la dirección por decir malas palabras.

Pero este blog no está para ser mas finos de la cuenta, sino para “aplatanarles” las cosas un poco. Por lo que voy a estar aclarando ciertas confusiones que la gente tiene usualmente cuando la información para aclararla es difícil de llegar al público en general, como lo de que compartimos más del 90% de los genes con los chimpancés y ratones pero solo un 50% con nuestros padres.

Yo mismo no entendía por qué se decía esto, hasta que encontré esta nota en “El Gen Egoísta” de Richard Dawkins:

“Dos miembros cualesquiera de una especie, pertenezcan o no a la misma familia, suelen
compartir más del 90% de sus genes. ¿De qué estamos, pues, hablando cuando decimos
que la relación entre hermanos es de 1/2 o la relación entre primos de 1/8? La respuesta es
que los hermanos comparten 1/2 de sus genes por encima del 90% (o lo que sea) que en
cualquier caso comparten todos los individuos. Hay una especie de relación de base
compartida por todos los miembros de una especie; de hecho, en menor medida, la
comparten los miembros de otras especies.”
                                                                                                        -Pié de página #30, en el capítulo VI. Gen y parentesco. El Gen Egoísta, edición de 1989.




No es algo que aparezca siempre en los artículos donde se cite nuestro parentesco con otras especies, pero sería de mucha ayuda para aquellos que fuimos a una escuela pública.

Referencias:
Chimps, Humans 96 Percent the Same, Gene Study Finds
Functional and Comparative Genomics Fact Sheet