Hay que tener buena memoria para mentir, porque
si se desea que las mentiras se sostengan por más tiempo, hay que memorizarlas
bien para que lo que se diga más adelante concuerde con la mentira. Lo mismo
pasa con las historias inventadas en las que al tratar de añadir detalles se
hace una historia ficticia única, diferente a todas las demás. Esto le confiere
varias características, una de ellas es que una persona no puede conocer la
historia ficticia al menos que alguien se la haya contado o la haya leído en
alguna parte –irónicamente un poco similar como los genes son trasmitidos de
padres a hijos-. Por lo que una persona no puede “espontáneamente” saber la
historia por fuentes externas que relaten la historia ficticia.
¿Y qué pasa con la verdad? Con las historias
reales pasa lo inverso. Los que siempre dicen la verdad no necesitan recordar
con detalle lo contado, porque no tienen que hacer que la siguiente historia
coincida con la anterior, simplemente la describen y como esta inalterada
consecuentemente coincidirá. Una cadena de verdades.
No importa que personas totalmente
incomunicadas indaguen la realidad, siempre llegaran a la misma conclusión, o
por lo menos a una muy parecida si lo hacen de manera correcta y honesta sin
importar que tan complicada sea, sin embargo con la ficción es imposible que
dos personas incomunicadas entre si lleguen a la misma conclusión o tengan
elementos idénticos, porque su imaginación empezara a añadir detalles únicos de
acuerdo al estatus social, historia personal y sentimientos del creador a la
historia a medida que se vaya haciendo más complicada.
Como la ciencia se trata de indagar en la
realidad esa es una de sus mayores características, es universal. La pueden
ejercer desde Pekín en China hasta Quito en Ecuador, y si están observando el
mismo fenómeno y lo hacen de manera correcta con las herramientas del
escepticismo o el método científico, tendrán la misma conclusión.
¿Y no es la Evolución una teoría científica? ¿No
debe cumplir con esta regla de tener que ser descubierta sin necesidad de que
se contada?
Yo leí “El Origen de las Especies, por medio
de la Selección Natural” mucho después de saber en lo que consistía la
evolución. Pero también me pregunte, como hubiese sido descubierta la teoría de
la evolución si Charles Darwin hubiese hecho caso omiso a su curiosidad y
seguido su carrera como teólogo. Paradójicamente no hubiese tardado mucho, pues
junto con Darwin habían otro científico más estructurando básicamente la misma
teoría, sin necesariamente conocer entre ellos en lo que estaban trabajando.
Precisamente al notar que Alfred Russel Wallace, un naturalista inglés, estaba
siguiendo los caminos de las pruebas que lo guiaban a la evolución, Darwin se
motivó a publicar su trabajo.
Pero yo voy más lejos aún, que tal si no se
hubiese descubierto en el siglo XIX, ¿qué tal si no se hubiese mencionado el
tema hasta pleno siglo XX con toda la tecnología y el conocimiento acerca de la
herencia hasta entonces acumulado? Esta es la razón de esta serie de entradas
que estaré publicando.
Tratare de explorar las bases de la evolución
que hubiesen llevado de todas formas a la ciencia a darse cuenta de la forma en
que surge la diversidad de la vida en la tierra, sin necesidad de citar a
Darwin en ningún momento, solo con el conocimiento actual y escepticismo.
Porque la verdad, puede trascender fronteras incluso de tiempo.
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