miércoles, 18 de marzo de 2015

Descubriendo la Evolución, sin Darwin.






Hay que tener buena memoria para mentir, porque si se desea que las mentiras se sostengan por más tiempo, hay que memorizarlas bien para que lo que se diga más adelante concuerde con la mentira. Lo mismo pasa con las historias inventadas en las que al tratar de añadir detalles se hace una historia ficticia única, diferente a todas las demás. Esto le confiere varias características, una de ellas es que una persona no puede conocer la historia ficticia al menos que alguien se la haya contado o la haya leído en alguna parte –irónicamente un poco similar como los genes son trasmitidos de padres a hijos-. Por lo que una persona no puede “espontáneamente” saber la historia por fuentes externas que relaten la historia ficticia.

¿Y qué pasa con la verdad? Con las historias reales pasa lo inverso. Los que siempre dicen la verdad no necesitan recordar con detalle lo contado, porque no tienen que hacer que la siguiente historia coincida con la anterior, simplemente la describen y como esta inalterada consecuentemente coincidirá. Una cadena de verdades.

No importa que personas totalmente incomunicadas indaguen la realidad, siempre llegaran a la misma conclusión, o por lo menos a una muy parecida si lo hacen de manera correcta y honesta sin importar que tan complicada sea, sin embargo con la ficción es imposible que dos personas incomunicadas entre si lleguen a la misma conclusión o tengan elementos idénticos, porque su imaginación empezara a añadir detalles únicos de acuerdo al estatus social, historia personal y sentimientos del creador a la historia a medida que se vaya haciendo más complicada.
Como la ciencia se trata de indagar en la realidad esa es una de sus mayores características, es universal. La pueden ejercer desde Pekín en China hasta Quito en Ecuador, y si están observando el mismo fenómeno y lo hacen de manera correcta con las herramientas del escepticismo o el método científico, tendrán la misma conclusión.

¿Y no es la Evolución una teoría científica? ¿No debe cumplir con esta regla de tener que ser descubierta sin necesidad de que se contada?

Yo leí “El Origen de las Especies, por medio de la Selección Natural” mucho después de saber en lo que consistía la evolución. Pero también me pregunte, como hubiese sido descubierta la teoría de la evolución si Charles Darwin hubiese hecho caso omiso a su curiosidad y seguido su carrera como teólogo. Paradójicamente no hubiese tardado mucho, pues junto con Darwin habían otro científico más estructurando básicamente la misma teoría, sin necesariamente conocer entre ellos en lo que estaban trabajando. Precisamente al notar que Alfred Russel Wallace, un naturalista inglés, estaba siguiendo los caminos de las pruebas que lo guiaban a la evolución, Darwin se motivó a publicar su trabajo.

Pero yo voy más lejos aún, que tal si no se hubiese descubierto en el siglo XIX, ¿qué tal si no se hubiese mencionado el tema hasta pleno siglo XX con toda la tecnología y el conocimiento acerca de la herencia hasta entonces acumulado? Esta es la razón de esta serie de entradas que estaré publicando.

Tratare de explorar las bases de la evolución que hubiesen llevado de todas formas a la ciencia a darse cuenta de la forma en que surge la diversidad de la vida en la tierra, sin necesidad de citar a Darwin en ningún momento, solo con el conocimiento actual y escepticismo. Porque la verdad, puede trascender fronteras incluso de tiempo.



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